El Cuadro de Mando Integral en las empresas intensivas en conocimiento (extraído del Museo de Prehistoria del Management: Sala Año 2017)

Los datos, así en genérico, vuelven a estar de moda. En esta época post-taylorista, el dato pretende ser el paradigma de la razón y la objetividad. “Lo que no se mide no se puede gestionar”, “los números hablan por sí mismos”, “el poder del BigData”, “el Plan de Negocio que debe de acompañar a las ideas” o los científicos del dato (con todo mi cariño para ellos) se consideran verdades de sentido común. Sin duda son de sentido común.

En los modelos de gestión por procesos, los datos son aportados por los empleados mediante un sistema de palo y zanahoria. Cuanto mejor se corresponda el dato aportado con lo que espera el solicitante, mejor valorado estará el generador del dato. Con ello, una gran parte de la Organización se orientará a justificar los datos. Otra parte de la Organización, los gestores, se ocupan de interpretar esos datos en una espiral totalmente inútil.

Sin datos no existirían Directores, gestores o administradores y sin éstos, en el actual paradigma, no existirían empresas. Por lo tanto, datos y gestores se retroalimentan. Los emperadores, reyes, generales o Directores se consideran figuras irremediablemente ligadas a la historia de la humanidad e imprescindibles cuando la especie humana convive en sociedad. Es decir, convivimos con el paradigma de que los humanos, por naturaleza, nos debemos de organizar de manera jerárquica porque siempre ha sido así y siempre lo será. Demasiados gurús de la consultoría sienten, por pura supervivencia, que el Directivo debe de existir porque es su interlocutor y en última instancia quien firma la compra de sus servicios. El mundo académico se encarga de asimilar la estrategia empresarial con la estrategia militar y las grandes batallas.

Demasiadas verdades de sentido común, demasiadas paraciencias y en definitiva demasiadas barreras a la evolución solo para salvaguardar un modelo social y empresarial por parte de los que se sienten más cómodos en él. Los resultados no llevan casi nunca a cuestionar el modelo, solo a modificar algunos indicadores.

El almacén de datos (la Excel o la Nube) alimenta el “Cuadro de Mando Integral” o interface que hace sentir al gestor la ilusión de estar dirigiendo su Organización sin necesidad de conocer y hablar con las personas. Incluso sin necesidad de verlos por el espejo retrovisor. Las personas pueden desaparecer, convirtiéndose definitivamente en un recurso más, como la energía o la línea telefónica. Por fin, el “Departamento de Recursos Humanos” puede ser así nombrado con propiedad. En ningún momento se define un indicador que mida lo mal que funciona de Cuadro de Mando Integral porque esta posibilidad no existe.

Es el momento de la economía globalizada, la competencia feroz, el conocimiento y el valor añadido por empleado. El sentido y propósito del trabajo, los elementos de motivación intrínsecos y la felicidad de las personas no tienen espacio ni utilidad en el actual modelo económico.

Pero...¿y si cambiáramos de paradigma?