Cuando Economía Social y Modelos Democráticos son conceptos incompatibles

Este post pretende reflexionar sobre esa práctica tan habitual (ahora se llama posverdad) de afirmar o pedir  buscar el compromiso entre algo y lo contrario.

En 1973, Isaac Asimov se preguntaba en su libro “100 preguntas básicas sobre la ciencia”  qué ocurriría si una fuerza irresistible se enfrentase con un cuerpo inamovible. Es una de las muchas paradojas entre las que discurre nuestra existencia laboral y social.

Hace tiempo que me pregunto cómo una Sociedad o una Organización podría, de un modo no violento o excesivamente traumático, reconducir un modelo de funcionamiento pernicioso y que la mayoría considera que lleva al fracaso. ¿Cómo transitar hacia otro modelo cuando los que dirigen el primero, arropados por unas normas ideadas por ellos mismos y demasiados centradas en aportarles ventajismos frente al resto, no son capaces de sentir lo que la mayoría siente?

¿Cómo salir de esa noria en la que muchos creemos que no se puede hacer nada para cambiar lo que sabemos que debería cambiar? En ocasiones, esa sensación se transforma en un padecimiento similar al síndrome de Casandra.  Los dioses griegos no se andaban con chiquitas a la hora de castigar. El castigo de Apolo a la troyana Casandra por osar pedirle el don de la lucidez a cambio de su amor y después negárselo, fue condenarla a ver el futuro pero  sin que nadie la creyera. Es decir, le concedió el don de  la adivinación, pero le privó del don de la persuasión. ¿En dónde está el límite a vivir o convivir desde el NO MIEDO pero tampoco desde el MARTIRIO?

En ocasiones, algunas Sociedades y Organizaciones están repletas de Casandras que ven muy claro hacia a donde se dirigen  pero, asombradas de que sus gestores no reaccionen, consideran una tarea imposible girar antes de precipitarse. Sienten que la cultura y estado de ánimo general, la estructura organizativa, el modelo de gestión y su propio miedo, generan una barrera insuperable. Todo ello se convierte en ese cuerpo inamovible que supera al instinto de supervivencia.

Asimov en su respuesta se refiere a que, en la comunicación racional, es necesario previamente  ponerse de acuerdo en las reglas del juego y  en el significado de las palabras. Dado que no pueden existir al mismo tiempo fuerzas irresistibles y cuerpos inamovibles, la pregunta no tiene sentido y por consiguiente, no precisa de respuesta.

¿Puede aplicarse el instinto de supervivencia y la búsqueda del propósito y sentido de la vida en organizaciones sociales o laborales que no permiten a sus miembros participar en la toma de decisiones o lo permiten con grandes restricciones?