Caso Samsung Galaxy Note 7. Material para un sainete


El reciente caso Samsung me sirve para ejemplificar cómo esas “pequeña cosas” o funciones no estratégicas que se dan por supuestas en las Organizaciones, también pueden generar  graves repercusiones sobre el valor de la empresa y su cuenta de resultados.

Nuestras Organizaciones están repletas de funciones estratégicas y corporativas encargadas de señalar el camino, impactar en la sociedad,  identificar nuevos negocios,  inocular ADNs, etc. Son funciones ejercidas por  puestos de alto nivel cuyos resultados no siempre pueden ser valorados en el corto plazo y, en ocasiones, tampoco en el largo. Es frecuente, que las estrategias cambien a un ritmo superior al de su implantación. Con ello, el cumplimiento de una estrategia nunca es verificable. En ocasiones, esas funciones se confunden o intercambian con llevar el volante  o el acelerador de dichas Organizaciónes.

Una gran parte de la actividad gestora y todas sus funciones, tareas y procedimientos asociados, generan un corsé (jerarquía, burocracia, dilución de las responsabilidades, supervisión, coordinación, etc.) que dificulta o, literalmente, impide el funcionamiento esperado de la empresa y la autorrealización de sus empleados. Del espeso y opaco “caldo primigenio” en que se convierte la organización, salen productos y servicios que se venden en el mercado y que, a buen seguro, algún Directivo tendrá “controlado”.

Mientras la empresa avanza, como si nada estuviera ocurriendo, pequeñas grietas en la parte sumergida del casco, permiten una entrada de agua que va generando una lenta pero continua inundación.

Se considera que las personas y funciones más estrechamente asociadas a los procesos claramente productivos de las empresas, saben hacer y hacen, de un modo casi mecánico, sus trabajos. No se puede esperar otra cosa. No son personas ni funciones críticas. Sus puestos de trabajo no están especialmente valorados. Tienden a ser considerados un commodity.

En la División de Telefonía móvil de Samsumg, seguro que el equipo de personas que define las especificaciones de las baterías no incorporaría a su último modelo una que,de vez en cuando, arde. Y seguramente, a la alta dirección de la empresa, nunca se le habrá pasado por la cabeza que una batería pueda fallar de ese modo. No es su responsabilidad. No es un asunto con la criticidad suficiente para generar ocupación ni preocupación.

Pero esa maldita batería, responsabilidad de un equipo de personas de trabaja en el semisótano 3, no sabemos por qué razón ha fallado y se ha llevado por delante una parte muy importante del valor de la compañía. Mientras, unos cuantos cientos de personas ocupadas en los asuntos “estratégicos” como el vicepresidente de estrategia de producto de Samsung, responsable del lanzamiento el 2 de Agosto de 2016 del Samsung Galaxy Note 7 en la ciudad de Nueva York, no sabían nada de ese componente.

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