El contexto de
economía globalizada, sobrecapacidad productiva en actividades
manufactureras y de servicios o los intereses políticos que generan
sectores protegidos, obligan a sofisticar
enormemente los modelos de negocio y las actividades en las que se
especializan. Buscar la diferenciación de la competencia o nichos de
negocio no maduros se ha convertido en una carrera frenética por la
supervivencia o la generación de oportunidades empresariales. Ser
eficaz y eficiente en el desarrollo de una actividad son condiciones
necesarias pero ya no suficientes para la sostenibilidad empresarial.
Cuando se analizan
los activos disponibles para generar valor en estas condiciones tan
exigentes, aparecen como un gran clavo ardiendo la creatividad, la
innovación y todas las capacidades asociadas al conocimiento. Otros
activos claramente eficaces solo están al alcance de unos pocos
(capital, implantación global, economías de escala, recursos
naturales, posiciones de dominio, capacidad de influencia en los
mercados). Algunos tienen periodo de caducidad (patentes o productos
/ servicios novedosos). Por consiguiente, para la gran mayoría,
crear valor implicará saber generar y transformar buenas ideas en
negocio y estar permanentemente haciéndolo para mantener la
distancia con tu competidor.
Cómo implantar esa
cultura innovadora, desarrollar los procesos que transforman el
conocimiento en valor en organizaciones altamente flexibles para
adaptarse a las previsibles pero aceleradas tendencias sociales y
tecnológicas, es el gran y casi único reto. Estos son ahora los elementos para los que hay que desarrollar modelos, herramientas y
metodologías que incidan en su eficacia y eficiencia.
En este nuevo ámbito
de competitividad, el factor humano juega un papel más decisivo que
los factores tecnológicos. Yo considero, y esta es mi tesis, que la
innovación organizacional es el elemento esencial que nos puede
llevar a la innovación tecnológica o en modelos de negocio.
El equipamiento productivo de buenas ideas es esencialmente la persona. El combustible para que este equipamiento funcione a su máxima potencia tiene mucho que ver con elementos de motivación y culturales. El proceso que transforma buenas ideas en negocio también se basa esencialmente en personas que coordinan personas internas y externas. A partir de este punto, el proceso productivo convencional responde a requisitos, factores y tendencias por todos conocidas.
El equipamiento productivo de buenas ideas es esencialmente la persona. El combustible para que este equipamiento funcione a su máxima potencia tiene mucho que ver con elementos de motivación y culturales. El proceso que transforma buenas ideas en negocio también se basa esencialmente en personas que coordinan personas internas y externas. A partir de este punto, el proceso productivo convencional responde a requisitos, factores y tendencias por todos conocidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Haga su comentario