Las PYMEs: El problema o la solución

Percibo un viraje en la interpretación que se hace respecto a la dimensión de las empresas que constituyen el tejido productivo español en relación con su exposición y sensibilidad a la crisis económica. Durante 2-3 años se ha considerado que las PYMEs y microempresas españolas eran la principal fuente de valor añadido y empleo del país. Esa lectura llevaba a analizar la necesidad de adecuar los programas de incentivación a la I+D+i a las peculiaridades de esta tipología de organizaciones.

Durante los últimos meses se percibe una creciente corriente de opinión que considera el tamaño reducido de un importante porcentaje de nuestro tejido productivo un problema al que se le debe dar la vuelta promoviendo el aumento de dimensión. No soy capaz de identificar de un modo genérico y para cualquier sector de actividad, las ventajas competitivas de las economías de escala respecto a las desventajas o riesgos que conllevan. En un gran número de ocasiones la aumento dimensión debe ser una consecuencia del crecimiento de la empresa y no tanto una necesidad estratégica para crecer.

Con la desaparición de una empresa, departamento o equipo de trabajo siempre se pierde un valioso concentrado de conocimiento y relaciones humanas que requerirá tiempo restaurar. No creo en la hoja en blanco, ni en partir de cero, ni en la necesidad de destruir para comenzar de nuevo mejor. Abandonar a su suerte a las microempresas, de un modo genérico, porque su dimensión las imposibilita para ser competitivas en un contexto de economía global es contradictorio con el mensaje de promover el emprendimiento. Una microempresa ha superado la fase de emprendimiento, ha sido competitiva durante unos años y en el actual contexto sufren debilidad frente al escenario de crisis. Considero que en el actual escenario es importante preservar todos los recursos productivos disponibles y solo "dejar morir" los claramente no aprovechables.

La dimensión es en algunos casos una ventaja y en otros una desventaja. En contextos de crisis, la capacidad de maniobra y de aceleración son virtudes necesarias y las PYMES y microempresas la aportan como fortaleza. Los productos y servicios de nicho no requieren en muchas ocasiones organizaciones grandes. La proximidad al cliente se sustenta muchas veces en una pequeña unidad productiva o de servicio.

Lo importante es identificar cómo las organizaciones con su dimensión y capacidades generan el máximo valor añadido o el suficiente para poder adquirir recursos, tecnología o conocimientos con los que seguir manteniendo o aumentando su competitividad.

Partir de la premisa general de que el tamaño es la primera barrera que dificulta superar la crisis, puede ser desmoralizante y en muchas ocasiones incierta.

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