Trabajo fijo y aburrimiento

Casi nadie quiere un trabajo para toda la vida. Casi todos queremos el mejor trabajo en cada momento (con su combinación de ventajas personales, económicas y profesionales). Por ello, casi todos tenemos el mejor trabajo al que podemos acceder, porque si existiera uno mejor ya habríamos cambiado.

Ahora bien, ante la 1- falta de dinamismo en el mercado laboral o 2- el disfrute de unas condiciones laborales superiores a las que ofrece el mercado (por estar ocupado en un sector intervenido-ámbito público) nos instalamos en el miedo (o precaución responsable) o en el cobrar por hacer acto de presencia (actividad poco relacionada con el trabajo, sin ningún tipo de expectativa profesional, vocación o necesidad de aportar o generar valor). Ambas circunstancias son sistémicas y/o ideológicas generadas directamente o como efecto "colateral" por el sistema económico y político.

Igualmente es ideológico difundir, como mensaje previo a una reforma laboral que liberalice el despido, que es bueno que los jóvenes cambien de trabajo para que no se aburran.

Los ciudadanos saben lo que les conviene, nos mayoritariamente conscientes de sus capacidades profesionales y de la salud del mercado laboral.

Las fábulas, mensajes o libros de "autoayuda" que pretenden explicar las bondades del cambio forzoso, pueden ser en muchos casos bienintencionados y sinceros pero generalmente refuerzan la línea ideológica de un sistema económico y social del que conocemos sus consecuencias y sus ganadores y perdedores.

Percibo que vivimos tiempos en los que el nuevo paradigma debería dirigirse no tanto hacia como adaptarse al sistema sino hacia como cambiarlo o salirse de él. El actual contexto ofrece infinitas oportunidades de innovación social que deben ser fomentadas y exploradas.

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