La de langostinos que hay que comer para llevar las alubias a casa

Como la historia de la humanidad demuestra y la última crisis financiera ha evidenciado y recordado, cuando un grupo de poder dispone de todo el poder y no existen, de facto, elementos de supervisión y control, tendemos habitual e inevitablemente al exceso, la avaricia, las prebendas y el abuso, con resultados siempre alejados del beneficio general.

Los ámbitos de actuación de esta manifestación humana son diversos y la pauta se repite muy parecida en todos ellos. Las finanzas, la política o la empresa son muy propensas a que los intereses personales de unos pocos supediten o entorpezcan los objetivos previstos, cada siempre ligados con intereses generales o de Organización.

En numerosas organizaciones, los colectivos de alta dirección, dirección y su personal de apoyo, parecen sobredimensionados respecto al colectivo de empleados productivos. Ese sobredimensionado, en número de personas, se acentúa aun más cuando se analiza lo que representan sus: - Salarios, complementos y ventajas sociales - Gastos (viajes, dietas, inscripciones, etc.) - Personal indirecto al que ocupa su gestión - Productividad pérdida por las actividades que demandan al colectivo productivo - Pérdidas de competitividad inducidas por la pérdida de flexibilidad de la empresa, burocracia, supervisión, etc. - Pérdidas de competitividad debido a las carencias de motivación en los empleados inducidas por la falta de expectativas, sentimiento de pertenencia, cultura de la participación, ausencia de autogestión, etc.

A un amigo que después de trabajar durante muchos años en España, ha emigrado a Alemania para realizar la misma actividad, le pregunté cual era la diferencia principal entre su trabajo en España y en Alemania. La respuesta fue la siguiente: En Alemania trabajo durante 8 horas al día en la tarea asignada, hasta que la termino. La respuesta es simple, pero muchos entenderemos perfectamente la diferencia que contiene respecto a “competitividad a la española”.

En España es frecuente que los colectivos de alta dirección gestionen conviviendo con la resignada y al mismo tiempo injusta y perniciosa premisa de “…la de langostinos que hay que comer para llevar las alubias a casa…”. Con esta línea argumental pretendo evidenciar las enormes oportunidades de mejora competitiva que ofrece nuestra economía y que, en su mayor parte no pasan por una rebaja general de salarios.

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