Las reglas están cambiando: La dimensión de la empresa vs el valor de sus productos o servicios

Las Organizaciones siempre han querido sentir que tienen el poder (todo el poder) y que gestionan sus recursos y actúan sobre el mercado para cumplir los objetivos que se proponen. Para ello, el valor debía estar en la Organización y no las personas que la conforman. Las personas son cambiantes y no son el recurso escaso.

Dimensión, imagen de marca o notoriedad pública, han sido elementos que por si solos han generado confianza. Se promovía por parte de las Organizaciones y asumía parte del Mercado que si la empresa era "valiosa", el producto y servicio proporcionado también lo era. Sinergias, red de relaciones, equipamientos, recursos económicos, servicio integral, capacidad de influencia o presencia global, eran los factores más tangibles que podían ofrecer las Organizaciones grandes al margen de las capacidades individuales de sus empleados y procedimientos operativos que coordinan su actividad.

Es probable que en algunas ocasiones dimensión y valor proporcionado a los clientes vayan de la mano, pero también es cierto que las Organizaciones grandes tienden a caer en la tentación de soportar su capacidad de generar confianza en factores intangibles en lugar de en resultados para el cliente. La gestión de los intangibles es generalmente llevada a cabo por la parte más alta de la estructura organizativa de una empresa y en ocasiones sobrevaloran el valor que proporciona a la Organización su actividad. Las actividades más tangibles son ejecutadas por la base de la pirámide organizativa por lo que es frecuente que no transmitan excesivo protagonismo (solo hacen su trabajo). Esta situación tiene lugar independientemente de que las empresas pertenezcan al Sector del Conocimiento o no. Esta cultura o estrategia empresarial tiende a sobredimensionar la estructura indirecta o no productiva de la Organización y a complicar sus procedimientos administrativos. Ambas consecuencias apuntan directamente a la línea de flotación de su competitividad. Los costes de la estructura no productiva se transmiten directamente a la estructura productiva que deben trabajar más y/o mejor para garantizar la viabilidad económica de la actividad empresarial.

Cuando no es posible tirar de la productividad, la calidad comienza a resentirse. Llegados a un nivel crítico de desequilibrio, las ventajas que ofrecen las Organizaciones grandes no compensan el ratio valor aportado / coste incurrido y comienzan los problemas. En las actividades basadas en el conocimiento esta situación es más complicada porque una parte muy significativa de la productividad y calidad de los productos y servicios comercializados dependen exclusivamente de los empleados (capacidad, motivación, alineamiento, etc.). En contextos de crisis, el dinero es un bien escaso y se exprime y extiende el concepto "lean" a todas las actividades empresariales.

Los análisis de coste - valor de los procesos internos y de precio - valor de las actividades subcontratadas son más rigurosos. En este punto los activos más intangibles de las Organizaciones se valoran menos, centrándose la confianza en el valor aportado. Las Organizaciones deben saber identificar y valorar, con datos, qué personas o Áreas aportan más y más claramente valor y saber cederles parte del protagonismo en la toma de decisiones.

Hay que identificar los factores que proporcionan ventaja competitivita a las mini o micro empresas y a las grandes y hacerlos convivir en una misma Organización. Si esto no es posible o no se sabe hacer, la dimensión de la Organización deja de ser una ventaja y se convierte en un lastre.

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