Más sobre la crisis y el cambio de modelo económico

Los mensajes sobre la crisis y sus consecuencias se pueden presentar con dos tonos:

1. El pretendidamente optimista. "No llegaremos a...", "nos estamos preparando para...", "todos juntos saldremos de esta...", "estamos llegando al final de lo peor...", etc. Los partidarios de ese tipo de mensajes consideran que parte de la solución está en la confianza y estado de ánimo de los ciudadanos y por consiguiente hay que tratar de que éste sea alto.
2. El realista. Este mensaje puede ser sincero e independiente o puede pretender, fundamentalmente, desgastar al adversario político. El realista no se anda con historias y expone que "las cosas están mal y pueden estar peor...", "nos costará muchos años salir de esta crisis...", "nos vayamos acostumbrando a ser menos ricos que lo que éramos hasta ahora...".

Ambos tonos, en el caso de que se soporten en la sinceridad, rigor y conocimiento, serían en si mismos, lógicos y válidos. Pero vivimos, cada vez con más intensidad, en un contexto de equidistancias, respeto a todas las sensibilidades, asertividad y mensajes políticamente correctos que nos lleva a desatender el origen o causas de los problemas. Parece que el mensaje y su tono son el principio y final de cualquiera de las temáticas que se traten. Ya está bien de andarnos con efectismos, escenificaciones u objetivos subliminales. Lo primero es saber lo que nos ocurre, por qué nos afecta tanto, cuantificar sus consecuencias e identificar los activos de los que disponemos para afrontar el problema en el corto, medio y largo plazo.

Toda la opinión e información que nos ayude a responder a las preguntas anteriores, aunque sea dolorosa, nos desanime o profundice nuestro pesimismo, debe ser bien recibida porque será necesaria para saber elaborar un plan de éxito. Cuando tengamos un plan, nos lo creamos, lo expongamos y expliquemos a la sociedad, será el momento de inyectar todas las dosis posibles de ilusión, confianza y motivación. Solo entonces nos habremos ganado el derecho a tratar de influir en los "sentimientos" de las personas.

Siento que, también en esta crisis, los ciudadanos no tenemos ni idea del plan y esto genera mucha desconfianza en la capacidad de nuestros políticos, además de interpretar sus anticipados mensajes optimistas como engaños o demostración de incapacidad en el diagnóstico de los problemas. Los que se "animan" a ahondar en las soluciones, hacen exposiciones genéricas sobre el necesario cambio de modelo económico español y el protagonismo que debe tener la Innovación en este cambio. Y ¿ya está?. Esto es solo un titular, una expresión de interés, incluso una obviedad. ¿Quienes están elaborando el plan? ¿Hay alguien al otro lado? ¡No oigo nada...!

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