La transición industrial

Publicado en Expansión el 16-03-2009 , por Miguel Valverde La ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, sostiene que, en medio de la preocupante situación que está generando la recesión, tal vez sea ésta una excelente oportunidad para empezar a cambiar de una vez las estructuras de la economía española. Garmendia recalca que era una cuestión de tiempo que estallase un tejido productivo basado fundamentalmente en actividades de mano de obra intensiva y de baja cualificación, como la construcción y el sector inmobiliario, a los que cabe añadir el turismo y sus aledaños, así como el amplio sector de actividades auxiliares de las empresas. La ministra defiende que ha llegado el momento de hacer una nueva transición económica, como las que, en los años ochenta, dejaron atrás un tejido industrial obsoleto y propio de un país aislado, como había sido España hasta entonces, o ya en la década de los noventa, privatizaron buena parte de las grandes empresas públicas. La ministra tiene razón, porque, tal vez, al mismo tiempo que se desarrolla la recesión es posible que hayamos entrado en un largo periodo de transformación de todo el tejido económico que debería reorientarse hacia la inversión tecnológica, la industria y el convencimiento de que España no debe resignarse a ser un país de servicios para los jubilados del norte de Europa, ni a esperar, que una vez deteriorados sus paisajes, su patrimonio histórico y natural, los operadores turísticos decidan reorientar su clientela hacia destinos menos explotados y más baratos. Los últimos datos comparados de desempleo de la OCDE son una demostración clara de lo que ha sido la economía española en los últimos años. La tasa de paro, situada en el 14,8% de la población activa, es, con diferencia, la más elevada del mundo desarrollado. La segunda es la de Eslovaquia, con el 9,8%, y no les cuento la diferencia de España respecto a economías tan próximas como Alemania, Francia o el Reino Unido. Incluso, en el actual proceso de destrucción de empleo, las diferencias en el nivel de paro entre España y el resto de países de la OCDE van en aumento, porque, en términos comparados, nuestro desempleo está creciendo un 5,8% interanual. No cabe ninguna duda de que el origen de este desastre está en la contaminación que sobre el resto de la economía ha producido la caída de la construcción, como un gigantesco juego de dominó, alimentado por la crisis del sector financiero. Sólo hay un país, como Irlanda, que se acerca a España en la siniestra clasificación del crecimiento del desempleo, con un 4,1%, en tasa interanual, y que, curiosamente, también tenía buena parte de su economía basada en la construcción. En fin, la tasa de paro de España duplica, o casi, la media de la propia OCDE, con un 6,9% de la población activa; de la zona del euro, con un 8,2%, o de la Unión Europea, con un 7,6%. Por todas estas razones, y porque podemos estar ante el fin de un modelo y el comienzo de una larga transición los debates industriales sobre la presencia española en el consorcio aeronáutico europeo EADS, la difícil situación de General Motors con plantas en media Europa y, por supuesto, en España, o, por extensión, sobre el futuro del sector nacional del automóvil, son extraordinariamente preocupantes. No sólo está en juego el futuro de miles de puestos de trabajo, de comarcas y hasta de provincias enteras, sino también la consolidación del modelo hacia el que deberíamos ir en el futuro. No hay devaluaciones de la moneda que valgan ni rebajas posibles –ni deseables– de los niveles de protección social para competir. Sólo le queda a España acertar con su política industrial, las reformas necesarias y el impulso a la innovación y a la mejora del producto. En estos momentos en los que toda Europa y el conjunto del mundo desarrollado está creando políticas proteccionistas conviene estar muy atento a las maniobras de nuestros socios para no perder presencia en los consorcios industriales, como ha estado a punto de ocurrir en EADS, con la división militar, o las políticas de ayudas públicas, aprovechando que, debido a la recesión, Bruselas insinúa que puede mirar hacia otro lado mientras dure la recesión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Haga su comentario